Convocatoria Nacional Pabellón Argentino de la 58° Bienal de Venecia
Cuando el tiempo se haya detenido
Este proyecto fue el presentado a la Convocatoria Nacional para la 58° Exposición Internacional de Arte La Bienal de Venecia.




Renders de la propuesta para el Pabellón Argentino.
Cuando el tiempo se haya detenido
En un tiempo fluyente, donde el presente es parte de la corriente que antes era futuro y de inmediato se hará pasado (Schopenhauer), repensar nos estimula poniendo en debate al individuo, la naturaleza, el contexto social y la edificación de escenarios posibles, producto de indagaciones introspectivas, siempre sujetas a nuevos órdenes.
Guillermo Vezzosi, se sitúa entre los artistas que nos interpelan, proponiéndonos pensar aquellas problemáticas interculturales, cuyas consecuencias, entre otras ecológicas, nos alertan. Se vale de la investigación científica y recapacita sobre un pasado donde la tierra estuvo cubierta por agua en relación a un futuro donde los polos árticos desaparecerán. Así, dentro de miles de años, en este escenario catastrófico Venecia se habrá rendido al mar.
Así mismo, a 50 años (1868-2018) de la acción del artista García Uriburu, en el canal de Venecia intencionado en cambiar la mirada conceptual de la Bienal, enfatizando un dilema vigente en la actualidad, Vezzosi plantea no solo la admiración a tan emblemática figura, sino la necesidad de construir pensamiento crítico.
Su instalación inmersiva, nos sumerge en una vegetación distorsionada, sinuosa, abrazada por el agua verde de forma evocativa. La integración del visitante en dicho mundo reconstruido (Bitgood, 1990) brinda al público-activo la cualidad de personaje principal permitiéndole accionar con sentido en la construcción de nuevos imaginarios, creando una ilusión de tiempo y lugar.
Gnocchini, Indiana.
Octubre 2018




Renders de la propuesta para el Pabellón Argentino.
Descripción detallada de la propuesta
Se trata de una versión expandida del site-specific –móvil- cuya estética “instalación inmersiva” incluye un componente de interpelación crítica. Es participativa, funcionando a nivel metafórico.
Su mundo de referencia conceptual es un todo coherente con la integración del visitante, componente “intrínseco a la obra”(Hillier y Tzortzi, 2006). Las experiencias perceptivas-sensitivas del espectador –actor permiten la reapropiación a partir de su interacción en tiempo real.
Su elemento dominante es la línea, que excede los límites de la bidimensión corporizándose en alambre de aluminio anodizado de 5mm de espesor. Estas líneas crean mallas maleables con las cuales potencia el volumen, que da vida a la instalación en su totalidad. Ensambladas en el sitio, sin embargo son confeccionadas íntegramente en Argentina, de modo artesanal. El artista posee una significativa experiencia en el manejo de éste material que incorporó en 2012, sello de identidad por excelencia.
La instalación se compone de 11 árboles de dimensiones variables desde 3.5x3.5x3m a 0.3m del piso hasta 6x5x3.8m a 0.4m del piso, generando ritmos ocultos. Distorsionados, quedan invadidos por ondulantes líneas, que integran tramas sinuosas en la composición del agua.
La instalación se ubicará suspendida en la sala, permitiendo la sensación envolvente e interactiva con el espectador-actor. La dimensión total de la obra es de 37.5m de largo, por 8,5m de ancho en el primer sector y 4.7m de ancho en el segundo sector y 3.8m de altura.
El color está relacionado directamente con el tiempo y su simbología. El agua en diferentes tonos de verde evoca la obra de García Uriburu, otro tiempo posible. La vegetación con tonos similares al cosmos: dorados y turquesas, se basa en las teorías de F. A. Popp quién demostró que las células al morir emiten luz al igual que lo hacen las supernovas.
La iluminación cumple un papel significativo en la creación de climas circundantes, enfatizando sombras y texturas propias del material, por medio de la proyección en el contexto, siendo versátil al sistema lumínico presente en el pabellón.